En la búsqueda de la tranquilidad personal de Jacob, yuxtapuesta a los sueños visionarios de José, la narrativa revela una lucha perpetua. La tensión entre la serenidad individual y la capacidad de catalizar el cambio global emerge como tema central. A medida que José supera la oposición familiar, sus sueños iluminan un camino hacia el sustento y la iluminación global. Esta antigua saga invita a la reflexión sobre la pregunta perenne: ¿Debemos sacrificar la paz personal por un impacto transformador?
Vayishlaj profundiza en la evolución de la identidad judía, rastreando el viaje transformador de Jacob para convertirse en Israel. Partiendo de la parte anterior donde Jacob va al exilio, esta narrativa se centra en su regreso y el intrincado proceso de transición de identidad. El texto enfatiza la importancia de afrontar los desafíos políticos como requisito previo para encarnar la identidad de 'Israel', que lucha tanto con Dios como con los hombres.
Un momento crucial se desarrolla en el encuentro de Jacob con Esaú, donde el miedo adquiere un papel central. El comentario de Rashi arroja luz sobre la naturaleza dual del miedo de Jacob: el miedo a sufrir un daño potencial y la posibilidad de causar daño a los demás. Este miedo matizado refleja la influencia persistente del código moral de un exiliado, que obstaculiza la capacidad de confrontar y derrotar al enemigo.
Mientras Jacob todavía lucha con un enemigo real en el incidente de Shjem (Siquem), sus hijos comprenden el curso de acción necesario para la existencia en la Tierra de Israel. La narración concluye con Jacob regresando a Betel, habiendo adquirido la convicción que requerían los judíos de la Tierra de Israel, un nivel ejemplificado por alguien que sabe luchar para defenderse a sí mismo y a su Tierra.
La porción de la Torá "Vayetze" relata el viaje simbólico de Jacob que representa el exilio colectivo del pueblo de Israel en el futuro. En medio de desafíos morales y acusaciones de su hermano Esaú, Jacob busca demostrar su superioridad moral. La narrativa cambia con el nacimiento de cuatro primogénitos, particularmente Rubén, quien contrasta con Esaú al proteger a su hermano menor. Esto inicia un proceso de corrección, destacando la absoluta superioridad de Jacob sobre Esaú. El nacimiento de José se convierte en el detonante de la partida de Jacob, guiado por el entendimiento de que un hermano menor más merecedor puede reemplazar al primogénito biológico, haciéndose eco del tema más amplio de los derechos de Isaac sobre Ismael y de Jacob sobre Esaú.
La Parasha de Toldot profundiza en la dinámica identitaria de Jacob y Esaú, representando los ideales de Abraham e Isaac. La lucha dentro del útero de Rebecca simboliza su disputa sobre los reinos material y espiritual. Jacob, inclinado hacia la espiritualidad, lucha por reconciliarse y heredar el mundo material. A pesar de los desafíos históricos, los judíos se reconcilian con el mundo, como se ve en el regreso a Sión y al establecimiento del estado de Israel. Los descendientes de Esaú (Roma) dominan lo material, pero buscan seguridad en la teología cristiana para el mundo venidero. Toldot describe el viaje transformador de Jacob, integrando ambos mundos y evolucionando hacia Israel.
La narración de la Torre de Babel en la Torá, situada en la porción semanal de Noé, se desarrolla como un relato maravilloso que revela los secretos de la dispersión humana. Después de una generación marcada por la violencia, el robo y la autodestrucción a través del Diluvio, se construye una torre para evitar que esto vuelva a ocurrir. Este esfuerzo totalitario busca una humanidad uniforme, donde las diferencias individuales desaparezcan en el compromiso colectivo. Los intentos fallidos dieron lugar a esfuerzos posteriores, en particular por parte de Ashur, fundador de Asiria, que revelaron los peligros de las rebeliones que se volvían tiránicas. Finalmente, Abraham emerge como un faro, que no pretende imponer una identidad sino ser un punto de encuentro para una
El informe profundiza en la singularidad de Sucot, una festividad judía celebrada como pastoral y centrada en la naturaleza. Explora la profunda conexión entre el alma judía y el mundo natural durante esta festividad. A diferencia de muchas otras festividades judías que implican restricciones o inquietudes relacionadas con la naturaleza, Sucot ofrece una interacción armoniosa y alegre con el medio ambiente. Simboliza la unidad entre el pueblo judío y la naturaleza, reflejando una dimensión universal de espiritualidad.
El autor, basándose en las enseñanzas del rabino Kook, subraya la idea de que la santidad natural pertenece a todas las naciones. En contraste, la santidad trascendente es un dominio exclusivo del pueblo judío. Sucot se presenta como una reconciliación entre estas dos formas de santidad, donde personas de todo el mundo se reúnen para celebrar. En el Templo Sagrado, los judíos ofrecieron 70 toros durante Sucot, simbolizando la expiación por las 70 naciones del mundo.
En resumen, Sucot se celebra como un tiempo de unión con la naturaleza, una oportunidad para superar los miedos al mundo natural y una festividad universal que fomenta la reconciliación entre la santidad de la naturaleza y la de su interior. Este artículo destaca la importancia de Sucot para promover la armonía y la conexión entre diversas comunidades.