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En todas las leyes de idolatría, existe la prohibición de la adoración de ídolos que aprendemos en el libro Brit Shalom, capítulo tres. Se nos ordena evitar la subyugación de una persona a cualquier entidad que no sea Dios.
Esto es lo que dice en el párrafo 4: "Una persona está subyugada únicamente al Creador del mundo y a ninguna otra entidad además de Él". Esto significa que hay entidades físicas y entidades espirituales, pero una persona es responsable y está obligada a servir únicamente a Dios.
Por lo tanto, la Torá ordena a toda persona, judía o no judía, no participar en la adoración ritual excepto para Dios. Esta prohibición se llama idolatría.
Ahora, alguien podría decir: "Está bien, adoro a Dios, pero también adoro a otra persona". Esto se llama asociación (Shituf). Con respecto a esto, se afirma en la Halajá 6: "Uno no debe asociar otra entidad en la adoración del Creador". Esta prohibición se llama asociación.
En ella se encuentra un punto delicado: la fe cristiana, que asocia a una persona en la adoración del Creador. Los cristianos podrían decir: "No, esta persona no es otra persona; es Dios mismo". Pero sabemos que es simplemente un ser humano nacido de un hombre y una mujer, y adorarlo se considera la prohibición de asociación, incluso si tiene como objetivo conectarlo con el Creador.
De hecho, algunos eruditos judíos han sido algo indulgentes en ciertas leyes relacionadas con esta fe, y esto se ha señalado en las anotaciones. Sin embargo, la opinión central y la halajá principal es que cualquiera que busque ser un verdadero siervo de Dios no debe asociar a ninguna otra entidad además del Creador del mundo en la adoración a Dios.
