Hola y bendiciones,
Continuamos con nuestro significativo estudio de Brit Shalom. Estamos en el tercer capítulo, que se centra en el conocimiento de Dios y la prohibición de la idolatría. En el párrafo 2, el tema es "El propósito de la vida humana".
¿Para qué vivimos? ¿Cuál es el objetivo final de la vida humana?
Aquí, traemos las palabras de nuestro gran maestro, Rambam (Maimónides), quien afirma que el propósito de la vida humana es conocer a Dios.
El trabajo de conocer a Dios:
Conocer a Dios no es una tarea sencilla. Es un esfuerzo de toda la vida, que tal vez requiere toda la fuerza vital y el enfoque de uno, pero es el objetivo final.
El concepto de conocimiento abarca muchas ramas. Entre las más significativas se encuentran dos aspectos centrales:
- Temor (reverencia) a Dios
- Amor a Dios
Temor a Dios:
Esto no significa miedo en el sentido de estar asustado. No es deseable que una persona sirva a Dios por temor. En cambio, el temor reverencial se refiere a un profundo respeto y reconocimiento de la propia pequeñez ante lo infinito. Esta conciencia llena a la persona de reverencia interior, inspirándola a cumplir la voluntad de Dios.
Amor a Dios:
El amor a Dios incluye cualquier acción o comportamiento que acerque la fe a los corazones de las personas. Como dice el versículo: “Amarás al Señor tu Dios”. Los sabios interpretan que esto significa que uno debe hacer que los demás amen a Dios. Cuando las personas observan tu comportamiento (tus acciones que surgen de tu conocimiento y amor por Dios), deberían sentirse inspiradas a unirse a este amor.
La visión del Rambam sobre el amor y la sabiduría es:
"Una persona ama al Santo, Bendito Sea, solo a través del conocimiento de Él, y el grado de nuestro amor corresponde al alcance de nuestro conocimiento. Por lo tanto, una persona debe profundizar en la sabiduría lo mejor que pueda".
Mientras que otras religiones pueden considerar la fe y la sabiduría como opuestas, sugiriendo que uno debe distanciarse de la sabiduría para fortalecer la fe, el judaísmo enseña lo contrario. La sabiduría es un don divino y una persona debe usarla para acercarse a Dios. No hay ningún conflicto entre la sabiduría y la fe. Por el contrario, cuanto más sabia se vuelve una persona, mayor es su amor por Dios.
Esta síntesis de fe e intelecto subraya el enfoque judío de servir a Dios, que combina la reverencia, el amor y la búsqueda de la comprensión para cumplir el propósito último de la vida.