La narración de la Torre de Babel en la Torá, situada en la porción semanal de Noé, se desarrolla como un relato maravilloso que revela los secretos de la dispersión humana. Después de una generación marcada por la violencia, el robo y la autodestrucción a través del Diluvio, se construye una torre para evitar que esto vuelva a ocurrir. Este esfuerzo totalitario busca una humanidad uniforme, donde las diferencias individuales desaparezcan en el compromiso colectivo. Los intentos fallidos dieron lugar a esfuerzos posteriores, en particular por parte de Ashur, fundador de Asiria, que revelaron los peligros de las rebeliones que se volvían tiránicas. Finalmente, Abraham emerge como un faro, que no pretende imponer una identidad sino ser un punto de encuentro para una