No poseemos un sentido de superioridad arrogante, sino que más bien tenemos la responsabilidad de reparar el mundo. A diferencia de otras tradiciones que reivindican un papel universal, pero convierten a sus adeptos en imperialistas, imponiendo su identidad a los demás, el judaísmo no busca anular la riqueza cultural de los pueblos. Al contrario, se contenta con el papel de irradiar en lugar de dominar.
La realización práctica de esta unidad es evidente tanto en las guerras del Estado de Israel (pese a todas las acusaciones en su contra) como en el tejido político y social. En un país caracterizado por el trato justo a una minoría hostil dentro de él, hemos logrado unir la misericordia con la justicia.
Según la tradición judía, ni Dios ni el hombre están en el centro, sino más bien el diálogo entre ellos, con la participación del hombre en la realización del acto de la creación.
Cada cultura tiene sus propias características, por lo que existe una necesidad especial de encontrar la aplicación apropiada de las enseñanzas discutidas aquí, adaptadas a la identidad a la que están dirigidas.
La sociedad israelí, preocupada durante mucho tiempo por las preocupaciones existenciales de supervivencia y prosperidad económica, ha dejado las cuestiones espirituales características de la tradición judía para que se discutan en la esfera interna de la sociedad, sin casi ningún compromiso con la cultura general exterior. En otras palabras, los judíos hemos estado debatiendo entre nosotros sin involucrar a las naciones en nuestras discusiones. Ahora ha llegado el momento de aclarar los mensajes universales de Israel y su contribución esencial a la nueva era en la que el mundo está entrando.
Las ramificaciones de esta lucha son evidentes en otros procesos, como el ascenso del estatus de la cultura del Lejano Oriente y la cultura de la Nueva Era desde el otro lado del mundo. Los cambios significativos que la humanidad ha experimentado en los últimos siglos, algunos de los cuales han hecho que el mundo avance más allá de lo reconocible, también han creado confusión y vacío. Las sangrientas guerras mundiales han contribuido a la desesperación de encontrar un futuro significativo para la humanidad.