Jeremías 32
(6 hasta 27)
Jeremías compra un campo en Anatot
Y Jeremías dijo: Vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: “He aquí, Hanameel, hijo de tu tío Salum, viene a ti, diciendo: `Cómprate el campo que tengo en Anatot, porque tú tienes el derecho de rescate para comprarlo.’ Y vino a mí Hanameel, hijo de mi tío, al patio de la guardia conforme a la palabra del SEÑOR, y me dijo: “Te ruego que compres el campo que tengo en Anatot, que está en la tierra de Benjamín, porque tú tienes el derecho de posesión y el rescate es tuyo; cómpralo para ti. Entonces supe que esta era la palabra del SEÑOR. Y compré a Hanameel, hijo de mi tío, el campo que estaba en Anatot, y le pesé la plata, diecisiete siclos de plata. Firmé la escritura y la sellé, llamé testigos y pesé la plata en la balanza. Luego tomé la escritura de compra, la copia sellada con los términos y condiciones, y también la copia abierta; y di la escritura de compra a Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías, en presencia de Hanameel, hijo de mi tío, en presencia de los testigos que firmaron la escritura de compra y en presencia de todos los judíos que se encontraban en el patio de la guardia. Y di orden a Baruc en presencia de ellos, diciendo: “Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: `Toma estas escrituras, esta escritura de compra sellada y esta escritura abierta, y ponlas en una vasija de barro para que duren mucho tiempo.’ “Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: `De nuevo se comprarán casas, campos y viñas en esta tierra.’
Entonces oré al SEÑOR, después de haber dado la escritura de compra a Baruc, hijo de Nerías, diciendo: “¡Ah, Señor DI-S! He aquí, tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido; nada es imposible para ti, que muestras misericordia a millares, pero que castigas la iniquidad de los padres en sus hijos después de ellos, oh grande y poderoso Dios, el SEÑOR de los ejércitos es su nombre; grande en consejo y poderoso en obras, cuyos ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno conforme a sus caminos y conforme al fruto de sus obras. “Tú realizaste señales y portentos en la tierra de Egipto hasta este día, y en Israel y entre los hombres, y te has hecho un nombre, como se ve hoy. “Y sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales y portentos, con mano fuerte y con brazo extendido y con gran terror, y les diste esta tierra, que habías jurado dar a sus padres, tierra que mana leche y miel. Y ellos entraron y tomaron posesión de ella, pero no obedecieron tu voz ni anduvieron en tu ley; no hicieron nada de todo lo que les mandaste hacer; por tanto tú has hecho venir sobre ellos toda esta calamidad. “He aquí, los terraplenes de asalto han llegado a la ciudad para tomarla, y la ciudad va a ser entregada en manos de los caldeos que pelean contra ella, por causa de la espada, el hambre y la pestilencia; lo que habías hablado ha venido a ser, y he aquí, tú lo estás viendo. “Y tú me has dicho, oh Señor DI-S: `Cómprate el campo con dinero, y llama testigos’; aunque la ciudad sea entregada en manos de los caldeos.
Entonces vino palabra del SEÑOR a Jeremías, diciendo: He aquí, yo soy el SEÑOR, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible para mí?
“y les diste esta tierra, que habías jurado dar a sus padres, tierra que mana leche y miel.”